Malú

¿Porque ha dimitido Albert Rivera? El Síndrome de Sansón

Sansón es, en la mitología hebrea, el que ha visto la luz. Era el mesías hercúleo que debía liberar a Israel de sus enemigos. Pero engañado y debilitado por una mujer, revela el secreto de su fuerza y acaba preso. Se convierte en el hazmerreir de los filisteos, pero recupera la Fe en Dios y derriba las columnas del Templo, aplastando a sus enemigos dentro.

Albert Rivera es un joven licenciado en derecho al que La Caixa ficha para ejercer de lobbista. Tiene buena planta y un cierto talento para la oratoria. En Cataluña, están cociendo las habas del Estatut y hay que venderle el guiso al resto de los españoles. Crean Ciutadans para arropar el referendum de aprobación del Estatuto de Autonomía. ¿Qué mejor cartel que un charnego de Barcelona que se cree catalán?

Sobre la Operación Rivera hemos publicado en invertia y INLUCRO algunos análisis, y he escrito un capítulo de la Estafa del Euro explicada a un niño de 6 años. Ya aventuraba en mi libro que iba a ser el tercer intento fallido de pastorear la política española desde Barcelona, tras los fracasos de la Operación Roca y la Operación Chacón. Pero a diferencia de esos dos precedentes, con la creación de Ciutadans, el objetivo que perseguía el Lobby catalán era la destrucción del Centro Derecha en España.

Desde su lanzamiento, en pelotas, Ciutadans ha crecido a golpe de talonario. Han ido reclutando lo mejor de cada casa en las tabernas y los prostíbulos de la política española. Y, claro, se nota: les ha salido un partido político promiscuo, que hace a pelo y a pluma. Pero les puede el vicio: le prometía amor sincero al votante pero solo buscaba sexo. La valiente ciudadanía, que se movilizó contra el Golpe de Estado del 1-0, se quedó plantada de blanco riguroso en el altar, engañada y fornicada.

Fue un milagro político que Ciudadanos obtuviera más de 4 millones de votos el 28 de abril, a tiro de piedra de superar al PP de Casado, tras el histórico plantón de Inés Arrimadas a los catalanes. No se había corrido la voz. Hizo falta el esperpento de Manuel Valls en las municipales de Barcelona para que los votantes abrieran los ojos. Albert Rivera empezó a urdir su venganza contra los filisteos.

Este humilde periodista es el único que resaltó la consecuencia política que iban a tener las malintencionadas filtraciones contra Rivera y Malú. El mismo Lobby que hacía alcaldesa contra natura a Ada Colau y se traía a Arrimadas a Madrid, como sucesora, filtraba a El País la falsa noticia de la ruptura, y lo que pagaban de alquiler en la Finca de Pozuelo. La misma estrategia que ya usaron contra José Mourinho, cuando entrenaba al Real Madrid.

El No es No de Rivera al desleal Pedro Sánchez en la Investidura de julio, y su negativa a abrirle la Puerta de la Moncloa, como le exigía el Lobby catalanista, es orfebrería política para la Historia. Fue una auténtica delicia periodística asistir a la pataleta de los fundadores de Ciutadans. Desfilaron en pelotas, uno tras otro, todos los lobbistas de la Causa General contra Rajoy: Nart, Espada, Pericay, De Carreras, Vázquez, De la Torre, Roldán y, a punto, el mismo Garicano.

Dios es español y mantiene su beligerancia contra el Mal, aunque a veces puede parecer que se cansa de luchar. Después de 13 años, y cuando más fácil lo tenía para vivir de la política española durante generaciones, Albert Rivera abre los ojos por amor y emula a Estanislao Figueras. En su discurso de despedida ha cogido el tren para París: Se ha cansado de los políticos y de las moscas que revolotean.

© Belge
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