Camina o Revienta (II)


Entre 2010 y 2011, la situación tributaria se volvió insostenible en España. Los historiadores del futuro juzgarán hasta qué punto esa debacle fue premeditada y puede calificarse de auténtico sabotaje.  Los numerosos editoriales que se posicionaban a favor de la Intervención de España por potencias protestantes no permite ser benévolo con Zapatero.

A partir del año 2008, para cualquier analista y observador honesto ya era más que evidente que los ingresos fiscales del Estado estaban siendo dopados para poder justificar un incremento del Gasto Público y ocultar las transferencias de capitales a grupos amigos y regiones afines. El Gasto Publico  de todas las administraciones y Fundaciones, sumado al endeudamiento directo y diferido y al crédito forzoso contra los proveedores, superaba los 600.000 millones de euros.  Son 100 billones de pesetas constantes, o lo que es lo mismo: una cantidad media de 2 millones de pesetas por cada una de las personas que residían en España, legalmente o no, de un modo temporal o permanente.

El problema estructural creado por Zapatero y sus aliados nacionalistas y puritanos salta a la vista:  con la estrategia de devaluación interna, el incremento de población de 10 millones de habitante supuso un Gasto Público Total de 20 billones de pesetas constantes, al tiempo que una población activa de no más de 3 millones de trabajadores aportó un ingreso de 3 billones de pesetas constantes. Esto es: un déficit estructural de 17 billones de pesetas, equivalente a 100.000 millones de euros al año.

Cuando Mariano Rajoy gana las elecciones,  la alternativa aparente es reducir el Gasto Público a la mitad (de 600.000 a 300.000 millones de euros)  o intentar incrementar los ingreso del Estado para recuperar un cierto equilibrio. O mirar hacia atrás, para los ajustes de cuenta, o caminar hacia adelante con la pesada mochila a la espalda. Pero transcurrido unos días, ya era notorio que el déficit oficial del 6,6% que Zapatero dejaba en herencia era una mentira tan burda, que delata la complicidad de unos y otros, dentro y fuera de nuestras fronteras. El déficit que “hereda” el gobierno del Partido Popular supera con creces el 15% y hace inviable cualquier política basta en el recorte de gastos.

El dilema en 2012, para cualquier ciudadano de bien en España, es decidir si asume pagar muchos más impuestos por menos servicios, para tapar el gran agujero que le dejan Zapatero y sus cómplices, o si valida la intervención social, política y económica de la Soberanía Nacional. No era una decisión fácil de tomar.

Pero lo imprevisible en 2010 y 2010 fue lo que ocurrió cuando Mariano Rajoy tomó la decisión de no rendir nuestra Soberanía a potencias que no pueden ser calificadas de amigas.  Diferentes grupos de presión y poderes fácticos huérfanos de cualquier legitimidad democrática se conjuran para torpedear y sabotear aun más la acción de gobierno.

La situación actual es conocida por todos, y le ha valido a Rajoy un reconocimiento tardío en distintos foros internacionales. La proeza conseguida no supone, por supuesto, que la situación económica y personal de los españoles sea boyante, ni que se haya superado la crisis.  Solo que se salvaron una tras otras todas las pelotas de partido, y España consiguió el pequeño milagro de volverse a poner en pie y seguir siendo libre. El precio pagado ha sido muy alto. Lo más duro ha sido, sin duda, tener que financiar a unos nacionalistas sediciosos y traidores, responsables directos de provocar la crisis.

(c) Belge 14/12/2016

Camina o Revienta


El titánico esfuerzo que está haciendo el Ejecutivo de Rajoy desde el 22 de diciembre de 2011 para recuperar los ingresos del Estado y evitar la intervención de la economía española es, en el fondo, la mayor evidencia de la mala intención con la que gobernó siempre su predecesor, José Luis Rodríguez Zapatero.  Quienes le defienden, a estas alturas, solo lo pueden hacer desde el sectarismo militante y desde la más absoluta mala fe.

La huella digital de economía española, en pesetas corrientes, no es un capricho estadístico ni retórico: es un imperativo estructural. La gente normal, que constituye el grueso del tejido social y empresarial, ha vivido y ha seguido viviendo en pesetas. Le escuché a un historiador franciscano, que hacía de guía turístico para un grupo de sefardíes en Ávila, que el ser humano puede cambiar con facilidad de país, de lengua y de religión, pero le cuesta mucho modificar sus hábitos culinarios.  Somos lo que comemos.

Cuando España era la séptima u octava economía del mundo, a principio de los años 90, y su población no llegaba a los 40 millones de ciudadanos,  el PIB superaba los 80 billones de pesetas y el salario medio más frecuente, que daba para vivir y ahorrar al final del mes, rondaba las 150.000 pesetas.   De aquella época era el famoso slogan político: “Paro, Despilfarro y Corrupción”.  La Deuda Pública rozaba el 60% del PIB y el Déficit, el 6% anual.   La Presión Fiscal rondaría el 35%, recaudando Hacienda algo más de 30 billones de pesetas al año. El español medio contribuía con 760.000 pesetas al Gasto anual.

El gobierno de Rodríguez Zapatero eleva la recaudación hasta los 76 billones de pesetas, una cantidad equivalente a 2 millones de pesetas por cada uno de los españoles que vivían en España cuando se negocia y firma el desdichado Tratado de Maastricht.  Si prescindimos de lo circunstancial, y nos ceñimos a lo estructural, eso significa que la presión fiscal se eleva en 2006 hasta rozar el 100% de los ingresos constantes sin inflación ni posterior deflación.

Muchos españoles no son plenamente conscientes de haber pagado el 100% de impuestos y más en el periodo que va de 2004 a 2011, y sin embargo es exactamente lo que ha ocurrido.  El perímetro de Gasto Público se puede trucar, como así se hizo, modificando los parámetros del PIB y favoreciendo la inmigración de hasta 10 millones de nuevos ciudadanos.  Un simple número de prestidigitación estadístico que no cambia la realidad estructural de la nación.  ¿De los 10 millones de ciudadanos llegados a España, que porcentaje corresponde a población activa real con un saldo tributario positivo?

Nadie ha estado interesado en analizarlo, por ser una imposición de Bruselas y Berlín.  En todos los nuevos países de la UE, se ha producido un movimiento similar: una tendencia a desplazar parte  de la clase media cualificada hacia el Oeste y el Norte de Europa, a cambio de abrir las fronteras a una nueva población de distintas regiones del mundo, mucho menos cualificada y sin arraigo local.  El resultado en todos los países de la UE ha sido aproximadamente el mismo:  entre un 15 y 20% del conjunto de la nueva población activa con menos derechos laborales y sociales.  Técnicamente es una  devaluación interna.

Pasaremos por alto el aspecto moral y la cuestión ideológica de esta devaluación interna, que demuestra fehacientemente la inmensa superioridad de nuestra sociedad católica, para centrarnos en la cuestión económica. Un incremento de facto del 25% de la población en regiones ricas como Cataluña, Valencia, Baleares o Madrid, supone también disparar el Gasto Público entre 120 y 150.000 millones de euros. Esto es una factura extra de 20 a 25 billones de pesetas constantes.

Por razones políticas, la presión fiscal deja de ser homogénea en todo el territorio durante los gobiernos de Zapatero, y se agrava cuando los nacionalistas consiguen la cabeza de Pedro Solbes. La reforma de la financiación autonómica, que se hizo para favorecer a Cataluña, trajo como principal consecuencia, un formidable incremento del fraude fiscal en todas las regiones costeras y nacionalistas.  Y la factura  de la devaluación interna recae entera sobre los ciudadanos de la España interior y rural.

 

(c) Belge 14/12/2016

 

 

 

La Pauta 12+1 y el descuento de dividendos


Cuando claudica Francia y acepta la Reunificación alemana a cambio de no se sabe muy bien qué, el DAX oscilaba entre 1300 y 1800 puntos.  La cosa cambia cuando se negocia un Tratado de Maastricht muy ventajoso para los intereses de Alemania y de sus aliados naturales y empieza a surtir efecto un concepto mucho más mercantilista del Proyecto Europeo original.  La Paradoja extraña que les ha beneficiado es que todos los países que estaban fuera de la CEE deseaban formar parte de una Comunidad de Sentimiento, tal y como la definió Robert Schumann, que surtía beneficios económicos para todos.  Hoy todos querrían estar fuera de una Unión Económica que solo despierta un sentimiento de frustración y rechazo.

La entrada de Letonia en el Euro supuso un antes y un después en la Historia oficial del Proyecto Europeo.  Al presidente letón, que se enfrentaba al rechazo unánime del  Euro por parte de la población y de las empresas, no le quedó otro movimiento que desvelar una cláusula secreta que Letonia había firmado con Alemania a cambio de poder entrar en la UE, y que le obligaba a adoptar como moneda el Euro del Bundesbank antes de 10 años.  Las cartas quedaron boca arriba sobre el tapete,  y nos permitieron entender como se negoció realmente el Tratado de Maastricht.  Todo estaba escondido a la vista en las hemerotecas.

La progresiva desnaturalización de las regiones del Continente menos proclives a la ideología alemana salta a la vista y no requiera una glosa mayor en este momento. Abarca desde la inducción de fenómenos migratorias hasta la “racionalización” de los horarios, pasando por el cambio  de todo tipo de hábito cultural y social.  A título anecdótico, por ejemplo, queda la revelación que hizo Tony Cantó en su día, denunciando que Bruselas estaba subvencionando la Ideología de Género en España con una cantidad fija por cada denuncia de supuesto maltrato machista.

El Ibex 35, de nueva creación, arrancó por debajo de los 3.000 puntos, aprovechando la recuperación del año 1993.  El IGBM marcó unos mínimos por debajo de los 170 puntos, y al final de 1993 superaba los 340 puntos.  En algo más de 12 meses, la bolsa en España duplicó su valor. Y en el mes de enero, contra todo pronóstico siguió subiendo con fuerza casi un 15% hasta superar cotas míticas. Entre mediados de noviembre de 1992 y final de enero de 1994, la bolsa española multiplicó su valor un 230%.  Lo equivalente sería hoy una subida de 12.000 puntos en 12 meses.

El DAX, que no descuenta dividendos, ha multiplicado por 8 los 1500 puntos de 1993.  Es una subida media compuesta del 10% al año. En España, el IBEX 35 ha multiplicado el índice por 3.  Si no descontara dividendos, en 2016 habría estado oscilando en un rango  entre 14 y 15.000 puntos. Es decir: un crecimiento medio anual ligeramente superior al 6%, por debajo de la inflación estructural de los últimos 150 años.  El DAX gana 6 puntos por encima de la inflación natural de su economía, y el IBEX pierde 2 puntos.  Las empresas alemanes se han capitalizado, gracias a la Reforma de la CEE, y las empresas españolas se están descapitalizando.

Sirva como muestra un botón. Telefónica ha sido siempre el buque insigne de la flota, beneficiándose de una situación de monopolio en un sector de alto crecimiento.  No hay inversor institucional ni particular que no tenga acciones de Telefónica en su cartera.  De modo que es el mejor benchmark que tenemos a mano para analizar la evolución del mercado.  En 1992, por 10 millones de pesetas ahorradas no daban 8000 títulos de la operadora.  El inversor que ha conservado sus acciones tiene hoy, gracias al rush de estas últimas semanas, algo más de 60.000 euros.  Ha perdido un 66% de poder adquisitivo.

La pregunta de si le han compensado, durante estos 25 ejercicios fiscales, el cobro de dividendos y la venta de derechos, es difícil de contestar sin un estudio pormenorizado y específico.  El impacto tributario no es fácil de medir. A bote pronto es bastante evidente que el famoso descuento de dividendos es un engaño que no beneficia al pequeño accionista.

Nuestro inversor en Telefónica ha recuperado 14 euros brutos por acción desde hace 25 años, del orden de 10 euros netos por acción. Es decir: sus 10 millones de pesetas de 1992, son hoy 25 millones de pesetas. Si el Ibex35 fuera una réplica exacta de Telefónica, y no se hubieran descontado los dividendos, habría multiplicado por 3 su cotización, y estaría exactamente al mismo precio que hoy. De 1200 a 3.600 pesetas por título.

El balance es fácil de hacer. El Golf GTI negro más equipado del mercado costaba 2 millones de pesetas en 1992. Para comprar un vehículo del mismo tipo y prestancia social, hoy debemos gastarnos como mínimo 36.000 euros.  Y la moraleja aún más clara:  ha estado ahorrando 25 años para que los directivos de Telefónica, en particular, los intermediarios y los políticos nacionalistas, en general, se peguen la vida padre a su costa.

(c) Belge. 13/12/2016

 

 

Fuentes y periodistas en la construcción de la noticia


En su última columna de opinión publicada en El Semanal, Arturo Pérez Reverte despotricaba a gusto contra las nuevas derivas de la profesión.  El popular escritor y articulista, antes periodista de guerra, ilustra la vieja y ácida boutade francesa: “Le journalisme conduit à tout a condition d’en sortir”.   Apréciese de paso que, en sus orígenes etimológicos, el profesional era aquel que escribía en una gaceta o llevaba un “diario” (journal).  El periodo natural de la actualidad es la agenda, y por extensión el propio calendario.

En mis cursos de doctorado en 1988, en la Facultad de Madrid, una de las asignaturas se titulaba: “Fuentes y Periodistas en la construcción de la Noticia”.  La profesora que lo impartía no ha dejado una gran huella en mi memoria. Sus primeras palabras fueron pedirme mis contactos en la ULB para conseguir auto invitarse allí y viajar a Bruselas con cargo al departamento.  En su seminario, analizamos que el 95% de los artículos de información que se publican en España, en los diferentes medios de comunicación,  solo citaban una fuente.

Aludía Reverte en su artículo a otra  vieja teoría que intenta darle a la  profesión periodística una patina de respetabilidad, por aproximación al método científico. Según su propia expresión, una primera fuente filtra la noticia, una segunda la confirma y la tercera, la blinda.  Pero, en la práctica real, la propia organización laboral de los periódicos es profiláctica e impide que se “pierda” el tiempo buscando una segunda fuente.  Tres fuentes y algunas más solo se buscan cuando la información afecta a un político o empresario “relevante” pillado in fraganti.  De modo que la teoría de aquella profesora de La Complutense debe ser matizada: si la noticia es que el poderoso Jordi Pujol ha metido la mano en la caja de los caudales públicos,  los propietarios y directores de periódicos mandarán a sus chicos (periodistas) a por tardanza en casa de la abuela.

En la organización natural de un medio de prensa, excepción hecha de la aristocrática RTVE, unos profesionales mal pagados acuden a media mañana o media tarde a una rueda de prensa donde les echan un par de declaraciones intrascendentes. Las mas organizadas, les sirven un café, un bollo y un pequeño informe redactado por el departamento de comunicación de la empresa o del partido. Antes y después del evento,  los periodistas se dedican a matar la culebra.

En el 95% de los casos, al propietario de un periódico y al propio redactor jefe les sale más rentable contratar el chorro de noticias de las agencias de prensa.  Son más de beber del grifo que de fuentes. Solo tienen que cambiar el titular y 3 palabras de la entradilla para dar el pego. Llegado el caso, un redactor podría sacar el solo la  edición entera de un periódico.

Desde que en 2002 no conseguí que unos chavalillos recién licenciados entendieran el concepto de tiempo real en la prensa, prefiero usar la palabra “analista” antes que “periodista”.  Ya no hay “periodo” ni “agenda diaria” en la actualidad.  Las “fuentes”, las construían y mantenían los lugareños en el mundo rural, y  en la versión moderna del campo y del monte como “Parque Temático de la Naturaleza”,  solo hay charcas.

Sería muy largo exponer aquí mis propias cavilaciones o hacer un resumen de mi Tesis que el tiempo se ha encargado de validar de un modo extraño. Podría decirse que ya no existe una Opinión Pública como tal, y ni siquiera una Opinión Publicada. Es otra cosa, otro concepto.  Más que un experimento de anarquía a escala global, que nadie intuye ni controla, Internet se perfila cada vez más como un instrumento de guerra religiosa.  Los últimos abscesos puritanos en los nuevos monopolios americanos de las Redes Sociales deberían servir para alertar incluso a los escépticos.

(c) Belge 10/12/2016

 

Nunca formaría parte de un club que me admitiera como socio. Pero toda regla tiene su excepción.