Año 0. Día 6. Madrid Central.

Los coches no caben en Madrid. Los seres humanos, tampoco. Ni en Barcelona, Roma, París o Londres. El urbanita alelao, verde por fuera y rojo por dentro, contamina 100 veces más que cualquier ciudadano del mundo rural occidental. Contamina, desde que se levanta hasta que se acuesta, para mantener de forma ventajista un estatus social ventajoso. Llama el ascensor para no sudar subiendo y bajando escaleras, y las centrales eléctricas de ciclo combinado emiten a la atmósfera su cuota parte de gases venenosos. Y si pide un VTC con chófer esclavo para no mezclarse con la chusma en el metro – porque el urbanita alelao es pelín clasista y puritano – quiere que el coche sea nuevo. Le importa un rábano el coste ambiental de fabricarlo.

El urbanita nos sermonea a diario, y nos habla de compartir, de alquilar en lugar de comprar, pero tiene su propio coche en el garaje, y su propia moto, y le gusta viajar en avión a sitios exóticos. De 52 fines de semanas que tiene el año, habría que calcular cuantos se queda a disfrutar de su maravillosa ciudad, y cuantos sale a contaminar el medio ambiente de forma caprichosa. Huelga decir que la huella ecológica de esos 10.000 km que va a ensuciar para reducir su ansiedad vital es infinitamente superior a la de quedarse en su casa leyendo un buen libro.

Ciudades como Madrid y Barcelona, en la que ya no caben los 30 M2 de cada vehículo, son 1000 km2 de recalificaciones, de chanchullos urbanísticos y de políticos a granel. A 1.000 euros constantes el metro repercutido de corrupción, nos hacemos una idea aproximada del volumen de pecados que hay que blanquear con una ideología de saldo. Para la Casta Puta que decía Arcadi Espada, Barcelona o Madrid son un botín acumulado de 200.000 millones de euros.

La solución del marxista luterano para todos los problemas es universal: culpar al pobre y criminalizar al disidente. Es culpable de no querer vivir en el centro de Madrid y quitarle la plaza de aparcamiento al sufrido vecino. Lo menos que puede hacer es pagar el impuesto que corresponde. El proteccionismo es la verdadera naturaleza de cualquier luterano. Dios le trajo al mundo para cobrar peajes.

Madrid Central es una aberración administrativa que contraviene no sólo la letra de la Constitución Española de 1978, sino el espíritu del Proyecto Europeo bajo cuya sombra Alemania está extendiendo su nuevo imperio. Impide la movilidad y condiciona el acceso al libre mercado y al empleo de quienes viven fuera de Madrid. Si un ciudadano de Móstoles, Fuenlabrada o Leganés debe dedicar 3 horas de su tiempo a desplazarse, el autónomo que viaja desde las provincias de Segovia, Cuenca o Toledo en busca de clientes, debe asumir el coste y echarle 5 o 6 horas al día. En la práctica, es un arancel inasumible.

Los urbanitas alelaos a sueldo del Nazi internacional han puesto la venda antes que la herida. Se movilizan en las RRSS controladas por empresas norteamericanas para protestar contra la “intención” del nuevo alcalde de Madrid de suprimir las multas por entrar en el Coto Reservado. Los sabrosos faisanes del bosque son para el Señor y sus Vasallos. Ya jode que cojas un vuelo low cost desde Londres o Zurich para ir a tomar tapas en el Madrid de los Austrias, y no puedas disfrutar de la terraza por los tubos de escape y el ruido del tráfico.

© Belge
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3 pensamientos sobre “Año 0. Día 6. Madrid Central.”

  1. El otro día estuve en un concierto de Mayalde… hay que ir a ver conciertos de este tipo, Mayalde, Amalgama, Vanesa Muelas… Ya comentaban en el concierto lo de urbanitas, las visitas que nos hacían madrileños a la Meseta Norte, lo que sabían ellos y lo paletos que eramos aquí… pero ellos siempre elegían las sopas de ajo con el ajo espurriado en vez de machado, porque lo espurriado no lo habían probado nunca y luego cómo se pasaban largas veladas intentando cazar gamusinos… Saludos.

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