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Cataluña y el Trilema de Rodrik

Carles Sirera firmaba en el blog Comunia un interesante artículo sobre la Cuestión Catalana, basando su análisis  en un concepto que hoy es bastante evidente para todo el mundo: la incompatibilidad esencial del régimen autonómico de Cataluña con las reglas de una Unión Monetaria que retuerce y desvía los principios funcionales de la Unión Europea.

Expone la idea que la UE está funcionando como “disolvente” del marco constitucional del 78, limitando la capacidad del Estado Nación para resolver tensiones territoriales. El Trilema de Rodrik, que se hizo muy popular en algunos círculos que criticaban la deriva autoritaria de la globalización económica, viene a decir que hay que elegir entre Soberanía (libertad), Democracia (política) y Globalización (lógica económica).

Los anglosajones, a los que gusta “plagiar” los conceptos del mundo clásico y tunearlos con mucha pompa académica para revenderlos como cosa nueva, recurren a la “trinidad incompatible” que Soren Kierkergaard explicó con su teoría de los tres estados. La “libertad” individual,  la “comunicación” social y la “fe” religiosa son incompatibles. La Libertad, la Política y la Fe son lógicas incompatibles y excluyentes.  El genial filósofo danés mostraba en Temor y Temblor, de manera poética, como funcionaban esas incompatibilidades “totalitarias”.

La mal llamada “ciencia económica” funciona como “lógica totalitaria” que tiende a excluir cualquier forma de “libertad” alternativa. El espacio común, teóricamente consensuado, es sustituido por una serie de creencias impuestas de las que no se DEBE discrepar. La disidencia (política) y la autonomía (libertad) son castigadas  en nombre de un CREDO ideológico que coincide, al milímetro, con los postulados religiosos de los protestantes.

Sirva un ejemplo que nos brinda la rabiosa actualidad. Se cumplen 10 años de la quiebra de Lehman Brothers, el banco de inversión que fue sacrificado por la FED como chivo expiatorio para crear un potente cortafuegos y evitar la quiebra inevitable de los Fondos de Pensión.  De repente, todas las milongas que les habían contado durante generaciones a los negros, chicanos y demás inmigrantes pobres en EEUU, para justificar el apartheid, el racismo y el elitismo  endogámico de las tribus protestantes, se vinieron abajo por la necesidad de acometer una Tabula Rasa que permitiera salvar el Status Quo.  Desapareció la Teoría del Riesgo Moral, y se dedicaron a blanquear deudas privadas y socializar todas las pérdidas financieras con dinero público. Para mantener el liderazgo de EEUU y sus tribus puritanas, no dudaron en provocar guerras y en justificar la intervención militar en varios países de la zona mediterránea. No dudaron ni un segundo en cambiar las reglas del juego para provocar la crisis financiera y económica de los PIGS católicos y ortodoxos.

En una tremenda votación pública, poco antes de estallar la crisis subprime, un público de anglosajones blancos y protestantes debía votar si era “justo” dejar que un niño negro enfermo muriera en la calle sin asistencia médica por no tener sus padres seguro médico. La votación  mayoritaria fue que si.  Era “terrible” pero justo.  El pecado de los padres borrachos y vagos desteñía sobre sus hijos. Pero mira por donde, a los pocos días, todo el sistema financiero americano se venía abajo, provocando la quiebra del sistema de pensiones privadas.  El mismo público, que votaba contra  el niño enfermo, por terrible que fuera, en nombre de la “justicia” divina, de repente sintió como se le ablandaba el corazón y votaba por salvarse, aunque fuera injusto, rescatando masivamente a empresarios y financieros corruptos y ladrones.

A nadie se le escapa el paralelismo con varios de los sucesos políticos que han ocurrido en España y en toda la Unión Europea en los últimos 10 años.  De la Teoría del Castigo Moral a la Teoría de la Excepción, como mal menor. En Grecia no había que aplicar las mismas reglas y la misma lógica que para Alemania, y en Cataluña no se deben respetar las leyes, las normas básicas y el sentido común: hay que dialogar, mucho, y permitir toda suerte de fraudes, para facilitar que Cataluña mantenga ese Status Quo que Dios le otorgó – como pueblo elegido – al principio de los tiempos.
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