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Fuentes y periodistas en la construcción de la noticia


En su última columna de opinión publicada en El Semanal, Arturo Pérez Reverte despotricaba a gusto contra las nuevas derivas de la profesión.  El popular escritor y articulista, antes periodista de guerra, ilustra la vieja y ácida boutade francesa: “Le journalisme conduit à tout a condition d’en sortir”.   Apréciese de paso que, en sus orígenes etimológicos, el profesional era aquel que escribía en una gaceta o llevaba un “diario” (journal).  El periodo natural de la actualidad es la agenda, y por extensión el propio calendario.

En mis cursos de doctorado en 1988, en la Facultad de Madrid, una de las asignaturas se titulaba: “Fuentes y Periodistas en la construcción de la Noticia”.  La profesora que lo impartía no ha dejado una gran huella en mi memoria. Sus primeras palabras fueron pedirme mis contactos en la ULB para conseguir auto invitarse allí y viajar a Bruselas con cargo al departamento.  En su seminario, analizamos que el 95% de los artículos de información que se publican en España, en los diferentes medios de comunicación,  solo citaban una fuente.

Aludía Reverte en su artículo a otra  vieja teoría que intenta darle a la  profesión periodística una patina de respetabilidad, por aproximación al método científico. Según su propia expresión, una primera fuente filtra la noticia, una segunda la confirma y la tercera, la blinda.  Pero, en la práctica real, la propia organización laboral de los periódicos es profiláctica e impide que se “pierda” el tiempo buscando una segunda fuente.  Tres fuentes y algunas más solo se buscan cuando la información afecta a un político o empresario “relevante” pillado in fraganti.  De modo que la teoría de aquella profesora de La Complutense debe ser matizada: si la noticia es que el poderoso Jordi Pujol ha metido la mano en la caja de los caudales públicos,  los propietarios y directores de periódicos mandarán a sus chicos (periodistas) a por tardanza en casa de la abuela.

En la organización natural de un medio de prensa, excepción hecha de la aristocrática RTVE, unos profesionales mal pagados acuden a media mañana o media tarde a una rueda de prensa donde les echan un par de declaraciones intrascendentes. Las mas organizadas, les sirven un café, un bollo y un pequeño informe redactado por el departamento de comunicación de la empresa o del partido. Antes y después del evento,  los periodistas se dedican a matar la culebra.

En el 95% de los casos, al propietario de un periódico y al propio redactor jefe les sale más rentable contratar el chorro de noticias de las agencias de prensa.  Son más de beber del grifo que de fuentes. Solo tienen que cambiar el titular y 3 palabras de la entradilla para dar el pego. Llegado el caso, un redactor podría sacar el solo la  edición entera de un periódico.

Desde que en 2002 no conseguí que unos chavalillos recién licenciados entendieran el concepto de tiempo real en la prensa, prefiero usar la palabra “analista” antes que “periodista”.  Ya no hay “periodo” ni “agenda diaria” en la actualidad.  Las “fuentes”, las construían y mantenían los lugareños en el mundo rural, y  en la versión moderna del campo y del monte como “Parque Temático de la Naturaleza”,  solo hay charcas.

Sería muy largo exponer aquí mis propias cavilaciones o hacer un resumen de mi Tesis que el tiempo se ha encargado de validar de un modo extraño. Podría decirse que ya no existe una Opinión Pública como tal, y ni siquiera una Opinión Publicada. Es otra cosa, otro concepto.  Más que un experimento de anarquía a escala global, que nadie intuye ni controla, Internet se perfila cada vez más como un instrumento de guerra religiosa.  Los últimos abscesos puritanos en los nuevos monopolios americanos de las Redes Sociales deberían servir para alertar incluso a los escépticos.

(c) Belge 10/12/2016

 

El precio de la vivienda: la Teoría de los Círculos


Existen diferentes fórmulas para tasar una vivienda en función de un gran número de parámetros que se ponderan según las circunstancias del mercado. Eso equivale a explicar que es un producto con valor de mercado cuyo precio fluctúa y se puede manipular incidiendo sobre las condiciones de la liquidez.  El profesor José García Montalvo confesó en un libro como un grupo de asesores en torno a Zapatero se empleó a fondo entre 2002 y 2008 para destruir el sentimiento de mercado e incidir sobre el mercado magnificando los precios.  Consiguieron destruir la liquidez natural del mercado, por el procedimiento de ensanchar el gap entre la demanda real (sentimiento del valor) y la oferta mediática (sentimiento del precio).

Aunque hemos tratado la cuestión política en un gran número de artículos, y nos hemos reído de las ocurrencias inmobiliarias del ex Ministro Miguel Sebastián, en esta ocasión vamos a intentar rescatar un sencillo modelo teórico para conocer el valor objetivo de cualquier vivienda.  La Teoría de los 5 círculos se basaba en la distribución histórica homogénea y de tipo normal de la población en todo el territorio. En el siglo XIX, existían en España unos 10.000 núcleos urbanos más o menos equidistantes. Es decir, la distancia máxima entre un centro y otro podía rondar los 7 km. En 1 km2 urbanizado cabían 4.000 almas.

Con el incipiente desarrollo capitalista– completamente artificial en España – se produce una concentración y sobrepoblación de núcleos urbanos. Uniendo 4 municipios, es posible dibujar 3 círculos, y con 16 municipios, 4 círculos. En España, en la actualidad, las ciudades más grandes  son Madrid y Barcelona, con 5 círculos urbanizados, equivalentes a 36 municipios con una extensión de 1.800 km2.

La teoría postula que el precio varía en función del círculo, suponiendo los demás parámetros iguales. El coste del desplazamiento, que se puede calcular de un modo preciso, se traduce en una diferencia objetiva del valor. El radio del primer círculo son 400/500 metros y el del segundo, no más de 5 km. El tercer círculo se aleja 10 km del centro virtual y el cuarto, algo más de 21 km.

Siguiendo este modelo, el punto más alejado y de menos valor estaría a una distancia de 33 km del núcleo, equivalente a un sobrecoste por hogar de 6.000 euros al año. Para ser rentable la inversión, un mismo piso estándar tendrá que ser hasta 120.000 euros más barato. Esto es una diferencia de 1.300 euros por M2 construido.

Un corolario que se deriva de la teoría es que se si produce una crisis de liquidez en el mercado el piso más céntrico se venderá antes que el piso más alejado, aunque en este caso resulta más complejo establecer la fórmula para traducir en M2 el importe de la “prima” que se paga. De un modo empírico se puede verificar entre 90 y 100.000 euros, de modo que cada círculo que nos alejamos del centro virtual supondría un mayor descuento de 250 a 300 euros por M2 construido.

De esa manera podemos establecer, en conclusión, que el valor de un piso es el resultado de sumar la carga de trabajo productivo (10.000 horas), multiplicar por un coeficiente impositivo (entre 1,5 y 2) y sumar un valor X por M2 en función de Círculo, que incorpora una Prima de Liquidez, un Coste de Transporte y un Derecho de Residencia (corrupción). Con esta sencilla regla, podemos entender de un modo objetivo que un mismo piso cueste hasta 3.000 euros más en pleno Centro de una gran ciudad que en una urbanización a 35 km.

© Belge 30/11/2016

Números imaginarios


En matemáticas, los números imaginarios son el producto de un número real por i, siendo i la raíz cuadrada de -1. Cuenta la leyenda que para Leibnitz era un sindiós,  un ente sin existencia, de ahí la burla de Euler al bautizarlo como número imaginario i.  Algo parecido ocurre con los tipos de interés negativos. Pagar por prestar el dinero a terceros, ya sean depósitos o créditos, es una anomalía financiera. Es el producto de la Deflación del Valor por la Inflación del Pasivo, en un universo mercantil de tipo totalitario (de suma 0).

Existe una amplia literatura sobre la inflación. Cuando en una zona se construye un puente o una carretera, en una primera fase los salarios abonados y las rentas distribuidas presionan los precios al alza, pero al cabo de un periodo X, la infraestructura empieza a generar valor per se (1+1>2) al tiempo que los precios tienden a bajar. El dinero invertido en bombardear infraestructuras destruye el valor a medio y largo plazo (1 -1<0). Por lógica, podría resumirse postulando que la suma de valor crea riqueza mientras que la suma de comisiones solo genera pleitos.

El enunciado del Teorema Tricheto que precedía la crisis financiera en mayo de 2005 rezaba que los tipos de interés positivos eran incompatibles con la Globalización. En un entorno “totalizado” (cerrado) la suma de la RR (riqueza real) y de la RF (riqueza financiera)  es igual a 1. Los economistas liberales no acaban de asumir y admitir que la suma no puede ser superior a 1 aunque ambas magnitudes crezcan.

Para entender esta curiosa paradoja, hay que acudir a la ciencia lingüística y al estudio evolutivo de distintos idiomas. Una lengua con un corpus gramatical establecido tiende a empobrecerse con el paso del tiempo, al margen de la pujanza económica y cultural de la sociedad. En los últimos 500 años, el francés de Port Royal se ha congelado, a pesar de una profusión de obras literarias sin parangón en la Historia de la Humanidad. Asimismo, el español  que hablaban nuestros antepasados al llegar a América era más rico que el actual.

Lo que está ocurriendo con los tipos de interés negativos es que la suma RF está experimentando un conato de implosión. El Teorema Tricheto predecía una especie de Credit Crunch, tan brusco como violento, para volver a un equilibrio inevitable, pero la realidad está demostrando que el poder de los bancos centrales y las castas del complejo militar-industrial (Eisenhower) es tal  que intentan eliminar por completo el Valor (RR) de la Ecuación. Pretenden bancarizar por completo la Riqueza Real. Reducir prácticamente a Cero el Valor en la ecuación equivale a someter a la esclavitud a la población de todo el planeta. El siguiente paso, tras la hegemonía de los tipos negativos, será criminalizar y perseguir el uso de dinero en efectivo y los títulos de propiedad.

(c) Belge

BIG DATA: el negocio del control social


Cualquier lector apasionado de novelas de Ciencia Ficción está familiarizado con la lógica del BIG DATA.  Los grandes autores del género han desentrañado en sus obras toda la estructura interna del Control Social. Las dos novelas más famosas, sendas de autores británicos preocupados por el auge del totalitarismo, son 1984 y Un Mundo Feliz.  Han traspasado fronteras y sobrevivido al  paso del tiempo.  Los saltos generacionales son la inexorable prueba del algodón para cualquier composición artística o teoría científica.

 

El negocio del Control Social ha irrumpido con fuerza en la economía, de la mano de una globalización comercial y religiosa cada vez más agresiva en sus formas.  La pauta, recurrente, la ilustra la anécdota que contaba el magnate de la prensa Robert Murdoch cuando le preguntaban por el secreto de su éxito en los negocios. “La primera vez que llego a la Redacción,  pregunto educadamente donde están los baños; la segunda vez, voy directamente al servicio; la tercera vez, al que rechista, le meo en la oreja”.

Big data scoring es=&0=&una de esas pequeñas startups  creada hace unos años con el apoyo de MasterCard. Su equipo de trabajo es multidisciplinar y acaba de presentar un algoritmo que permite predecir la solvencia y disposición crediticia de un individuo en función de su rastro en las Redes Sociales.  Como es lógico, el producto se lo han vendido a los bancos.

El algoritmo, testado con éxito este mismo año, es capaz de realizar en dos segundos un rastreo por todo internet y saber si el solicitante de un préstamo lo pagará o no.  Según explica Robert Brunet, el responsable de la empresa,  resultan determinante el lugar de residencia, los amigos, los me gusta de sus redes, el perfil profesional, el puesto alcanzado, la posición social y hasta  ser mencionado en la Wikipedia.

Para ese viaje no se necesitaban alforjas, diría el español de la calle, mientras que un francés habría pontificado: “ils ont inventé le fil à couper le beurre”.   En dos segundos, cualquier director de sucursal bancaria con un mínimo de experiencia profesional era capaz de detectar con un 95% de acierto si un cliente que traspasaba la puerta por primera vez era de los que devolvía los préstamos o no.  Es tan improbable que el algoritmo de Big Data Scoring le conceda un crédito en EEUU a un negro que trabaja repartiendo pizzas como que un frutero ambulante consiguiera una hipoteca a 20 años en España.

No importa solo es el perfil individual, dice Brunet, sino lo que podría definirse como perfil social.  El problema que eso plantea, y que describía un viejo catedrático en Bruselas,  explicando la filosofía de Sartre a un alumnado somnoliento, es que lo NORMAL tiende a ser sustituido por lo NORMATIVO.  Dicho de otro modo: es mucho más fácil predecir el comportamiento de unos vehículos cuando impones las normas de tráfico y limitas el perfil de los usuarios que pueden usar las vías.

Por otra parte, el algoritmo de Big Data Scoring presenta un fallo de base: en la crisis subprime de 2007 no fueron los pobres los que dejaron de pagar sus créditos, sino los profesionales y la clase media más acomodada en los países más ricos y avanzados.  La fórmula de Robert Brunet no habría permitido anticipar la estrategia de Tabula Rasa que un humilde servidor explicó en octubre de 2006.

(c) Belge