El sueño de todos los europeos que he conocido era pasar sus vacaciones en España. Es el gran invento del turismo de masas. Pero, para quienes habían nacido en España, vacaciones eran otras cosas. Hacíamos redacciones antes y después del verano, y toda la clase comentaba sus aventuras en las playas. En el mes de junio, daban mucha envidia; en septiembre, ninguna. Por esas y otras circunstancias, nunca confundí tres conceptos emparentados entre sí, como son turismo, viajes y vacaciones.Sospecho que muchas de las personas que se pasan la vida viajando por hobby o trabajo nunca han estado de vacaciones, y que infinidad de turistas nunca han experimentado el extraño placer de viajar, conformándose con un sucedáneo organizado por una agencia. Claude Levy Strauss tiene escritas páginas memorables, en Tristes Trópicos, sobre la alquimia social de los viajes.Les “congés payés” del Estado de Bienestar es un remedo de las Fiestas que abundaban en los calendarios romanos y cristianos. La modernidad que acarrea la revolución industrial provoca la metamorfosis de muchas instituciones medievales. Los esclavos expulsados del mundo rural necesitan descansar y desconectar periódicamente. La transición no fue sencilla: durante más de un siglo, los prebostes del nuevo régimen religioso imperante en Europa preferían usar a los pobres como carne de cañón barata para sus aventuras militares y coloniales. Hasta que no ocurre la inmensa catástrofe de la Primera Guerra Mundial, y su inevitable secuela, se resisten a dar un periodo de Gracia a sus esclavos. Son las vacaciones en su formulación actual.De niño, lo que me llamaba la atención, es que las gentes de los pueblos , que trabajaban duro todo el año, no se cogieran nunca vacaciones ni salieran de viaje. Me recordaban al viejo paisano de Brassens, que nunca había visto Carcasonne. Se aburrían o eran felices, pero no sentían la necesidad de “desconectar” de su vida cotidiana. ¿Cómo podía ocurrir ese milagro?Karl Marx racionalizó y extrapoló el estado de confusión mental que padecen los pueblos del norte de Europa, y lo definió como “alienación”. Es decir: Karl Marx concluyó que sus contemporáneos vivían “enajenados” bajo influencia de la religión. Y casi lo clava, salvo por un pequeño detalle: en las culturas del Sur mediterráneo no se verificaba ese estado de “alienación” que aleja a individuo de su realidad. Al contrario. Vivían su realidad y su entorno con total plenitud. No necesitaban “desconectar” ni “reencontrarse”. Las muchas Fiestas del Calendario que celebraban eran días “grandes” donde olvidaban cualquier penuria material y cualquier agravio.Magaluff representa la quintaesencia de lo que un alemán o un británico entienden por “vacaciones” en las playas españolas: una orgía. Sueñan con venir a España a beber, fornicar y pelear. Esos millones de hooligans anglo luteranos, que ensucian y contaminan todas las playas en el Sur mediterráneo, son un verdadero ejército en campaña.TurismofobiaEn España, la codicia de los catalanistas y de los empresarios turísticos ha acabado por provocar una reacción social. Durante décadas, han falsificado la contabilidad del sector para defraudar sus ingresos con total impunidad y seguir cebando la máquina de las subvenciones. Es completamente delirante, desde un punto de vista funcional, que un país que acoge a más de 70 millones de europeos por el colapso de los competidores, se pase todo el año haciendo publicidad de las playas. TVE tiene corresponsales fijos en Benidorm, que se pasan todo el año vendiendo las bondades del lugar.La gran estafa de la Unión Monetaria, que ha disparado las diferencias de renta de 1 a 5 entre España y el resto de Europa, ha provocado que millones de jubilados e inversores europeos vivan el sueño húmedo de estar todo el año de vacaciones y ganar dinero por ello. Salía hoy publicada la noticia que Airbnb había intermediado casi 60 millones de alquileres y declarado poco más de 50.000 euros.Como explicamos en un anterior análisis, el sueldo de los camareros que atiende in situ a ese ejército de jubilados y turistas cobran salarios inferiores a los que se pagaban hace 25 años , y las Comunidades Autónomas que se quedaron sin acceso al mar, no reciben ni un euro de los ingresos que genera el sector. Ya nadie está a gusto con ese modelo, que está provocando la despoblación y desertificación de España, y el saqueo de sus recursos estratégicos.