Puturú de foie y Koldo de pollo


Aprovecho la genial viñeta de José María Nieto en ABC para recordar que la receta para cambiar de régimen político en España es la misma desde hace más de 50 años. Desde que agoniza el anterior régimen, y EEUU precipita su defunción, la pauta no ha variado: los columnistas más cobardes afilan sus plumas y los jueces admiten a trámite cualquier rumor. Las palmaditas en la espalda empiezan a dejar moratones.

Para acabar con el régimen de Adolfo Suárez, las fuerzas vivas de la nación se confabularon para montar una extraña epidemia de neumonía atípica y precipitar un golpe de estado de opereta. Ni una cosa ni la otra se aclararon nunca.

El ariete para derribar el régimen de Felipe González fueron la Guerra Sucia contra ETA y la corrupción financiera más descarnada. La fuerzas vivas confabuladas asaltaron los platós de televisión y los estudios de radio. A pesar de amenazar con desclasificar hasta el secreto del fuego, la cosa quedó en aguas de borrajas.

A los 8 años de gobernar la derecha de José María Aznar, a las fuerzas vivas confabuladas se les hacía eterno el tiempo. Sólo con imaginar que tenían que esperar dos o tres legislaturas más para tocar pelo, les daban los siete males. Por suerte para ellos, llegaron los barbudos de Al Qaeda y pusieron fin a tanto escándalo.

Al régimen accidental y catalanista de José Luís Rodríguez Zapatero, lo finiquitaron por esperpéntico en 2010, cuando los amos del universo empezaron a ponerse nerviosos. Para consuelo suyo y de las fuerzas vivas confabuladas, también se calzaron a Berlusconi, en Italia, y a Papandreu en Grecia, tras intenso fuego de artillería en los medios.

Al régimen de Mariano Rajoy, no le concedieron ni 10 días de gracia. Las fuerzas vivas confabuladas tardaron 10 minutos en denunciar las tremendas tropelías cometidas, con la inestimable colaboración de Rodrigo Rato, hasta que lograron colarle una Independencia de 8 segundos una Moción de Censura por unas cremas robadas en el Eroski de Vallecas.

Para tumbar al régimen de Pedro Sánchez, las fuerzas vivas confabuladas han empezado a tirar de registro, sin ahorrar en coste: los calzoncillos de lunares de Roldán en el puticlub, los comisionistas analfabetos, los políticos pedófilos y el despeinado artístico de Pepa Pig, la lidereza trans de CIU fugada a Bruselas. Como los militares ya no están para esos trotes, los etarras se han jubilado con pensión máxima, y los podemitas pasan de organizar un No a la Guerra, igual lo apuntillan con un brote de neumonía atípica o de hepatitis marroquí.

El puritanismo apoclimático


Regalo a esta maravillosa comunidad de lectores libres un nuevo neologismo: el cambio apoclimático no es una religión, la nueva religión de los neonazis verdes, es una herejía más del luteranismo. Los jóvenes más jóvenes y azoquetados por décadas de adoctrinamiento puritano, ya no son postmarxistas líquidos como sus hermanos de la Generación Botellón: son puritanos apoclimáticos.
Vaya por delante, como anticipo a cuenta, que los puritanos apoclimáticos han heredado de sus mayores el monopolio del odio. A mayor frustración económica y castración moral, mayor resentimiento. Son incapaces de cambiar el mundo que les rodea y se aferran a supuestas maldiciones bíblicas que refuerzan todos sus prejuicios. Son los nietos de Cain.
Para interpretar correctamente la reciente historia del régimen marxista en España, sólo hay que recordar unos pocos datos imposibles de rebatir.
Desde 1992, los precios se han multiplicado por 9 en España, los salarios, por 3, y la presión fiscal per cápita, por dos. El ahorro de los españoles se ha divido por 2 y su poder adquisitivo, por 3.
La Deuda Global, que el PSOE ha inflado deliberadamente, se ha disparado un 400% arruinando, uno a uno, todos los sectores productivos.
El sector agrario, que hoy se manifiesta desesperado por todas las carreteras de Europa, está enfermo de subvenciones, tras haber renunciado por dinero al sagrado principio de la soberanía alimentaria y del libro mercado. Si el mercado está intervenido por los capos del régimen, no existe justiprecio. Es sólo cuestión de tiempo que las ciudades sean confinadas y convertidas en campos de concentración al estilo germano.

La reforma feudal de la Constitución


George Orwell, nacido Blair, trabajó como idealista en España y como censor en Gran Bretaña. Fruto de aquella experiencia traumática, se puso a escribir una novela sobre el totalitarismo nazi. Tardó dos años en escribirla, porque se le atragantaba, y se titula 1984, porque era el presente convexo que veía en 1948. Lo más interesante de aquel trabajo creativo es que lo interrumpió para desahogarse, escribiendo del tirón esa obra maestra que es Animal Farm.

Pedro Sánchez no es Napoleón, pero la reforma constitucional que ha pactado con ex etarras y golpistas catalanes prófugos de la justicia está directamente inspirada de esa divertida crónica del nazismo ordinario. El truco es el mismo: Todos los animales del reino son iguales, pero unos animales del reino son más iguales que otros.
La reforma del artículo 46 va a propiciar que una minoría insurgente y sediciosa modifique la Constitución por la puerta de atrás, artículo por artículo.

A toro pasado, es difícil entender que Aberto Nuñez Feijoo facilitara la investidura de un esperpento de gobierno tan disparatado como el actual, o que dejara el Tribunal Constitucional en manos del Partido Socialista. Dejó expuesto al Rey y ahora está propiciando y alentando una reforma feudal del Estado de las Autonomías.

Días de resaca


Cuatro años después, apurando la legislatura al límite de la embriaguez, la izquierda batasunizada de Pablo Iglesias y Pedro Sánchez ha renovado su venal compromiso con Alemania y EEUU. Dos bochornosas sesiones de investidura han bastado para ilustrar lo que aquí y allí llaman democracia parlamentaria. Desde que Pedro Sánchez se hizo con el poder, abusando del artículo 113 de la Constitución, podría decirse que el parlamento ha estado legislando a puerta cerrada. Es más sencillo descontar los meses de normalidad institucional que sumar los meses que Pedro Sánchez estuvo gobernando en funciones, con una u otra excusa.
Durante dichas funciones, para animar a la claque socialista, el PSOE recurrió a los mismos monologuistas de siempre. Tiran de repertorio, no son muy originales, pero tienen oficio. En el fondo, el público es como un niño: le encanta escuchar siempre los mismos chistes. El más clásico de todos, a dos voces, sigue levantando al respetable de su butaca para aplaudir con las orejas: Si hay que ir (a la oposición), se va, pero irse (del poder) pa ná, es tontería. El que habla con voz profunda, cargada de autoridad, es Felipe González, y el que apostilla, Alfonso Guerra. El dúo Tip y Coll de la política española ya va echando años, pero cuando sacan a Page y Vara de teloneros, como que no es lo mismo.
¿Y qué me dice, Usted, de la Oposición? En realidad, muchos de los que critican el régimen constitucional del 78, también conocido como “Santa Transición al Feudalismo”, lo hacen porque no han caído en la cuenta que el Ministerio de Oposición no una cartera externa, sino implícita y latente. El Poder es Uno y Trino: El rey, el presidente y el ministro de oposición. En el fondo, si el cargo fuera explícito, y Alberto Nuñez Feijoo se sentara en el Consejo de Ministros, todos entenderíamos que la Carta Magna no es el comodín de la baraja, sino un texto sagrado, como la Biblia o Las Mil y Una Noches. Afirman que su autor pudo ser Charles Bukowski, cuando trabaja para la CIA en Langley, pero resulta asaz dudoso. Nunca estuvo tan borracho.
Son días de resaca. Despertamos y descubrimos que pecamos de ingenuidad cuando al final de La Sociedad Rota, escribíamos: “No es posible que consigan cobrarles 80.000 millones de euros a los contribuyentes sin la complicidad del Partido Popular. Elevaría la Presión Fiscal a la clase media en más de 8.000 euros por hogar cuando muchos de ellos solo llegan a final de los meses pares. Es una pura fantasía tributaria destinada a ganar tiempo y apurar la legislatura”. Craso error. Era una pesadilla. Errare humanum est.
P.D. La foto que encabeza el análisis siempre es actual. Da igual cuando la pongas.

Nunca formaría parte de un club que me admitiera como socio. Pero toda regla tiene su excepción.