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Operación BANKIA: Las verdades del barquero De Guindos

“No hay la más mínima duda que la constitución y salida a bolsa de Bankia fueron errores”. El ex ministro de Economía, que declaraba por vídeo conferencia desde la sede del BCE en Fráncfurt, fue tajante en su respuesta a la vaporosa explicación de Fernández Ordóñez. El ex gobernador del Banco de España, que le precedió en el juicio por la salida a bolsa de Bankia, carga las tintas sobre el gobierno de Rajoy, insinuando que había causado el descalabro con su torpe gestión del rescate.

Los políticos aculados tienden a buscar las tablas; intentan convertir cualquier controversia jurídica en un juicio de intenciones que diluya su responsabilidad directa. Acreditar los hechos ciertos es menos difícil que probar su motivación. MAFO no pestañea al afirmar que el Banco de España no impulsó la fusión de CajaMadrid con Bancaja y la constitución y salida a bolsa de Bankia, sino que “lo que hace es no oponerse”. Es una tremenda mentira que desmiente la presión a la que fue sometida José Luis Oliva, el entonces presidente de Bancaja y de un Banco de Valencia en quiebra.

¿Es posible determinar y demostrar las intenciones reales de Zapatero y MAFO en la fusión de Caja Madrid y Bancaja, envuelta con disimulo en una fusión fría con pequeñas cajas castellanas a la que se oponía la Junta de Castilla y León? El exabrupto que soltó Vicente Herrera a micrófono abierto cuando se enteró de la “traición” de Esperanza Aguirre, Ángel Acebes & Cia es tan elocuente como clarificador. Tan solo 9 meses después de crearse Bankia, canta la gallina. El Banco de Valencia, la joya de la corona que codicia La Caixa para su expansión por los Països Catalans, está en quiebra y necesita capitalización urgente. De nuevo, es puro ajedrez.

¿Por qué era tan importante y urgente la SIP previa? La pregunta se contesta sola. La resolución de Basilea III, que estaba al caer, obligaba a elevar notablemente las reservas de capital. Tan solo un mes después, la creación de una entidad como Bankia habría sido inviable y más difícil rescatar y recapitalizar el Banco de Valencia con fondos públicos. La alternativa a esos planes habría sido la comentada fusión de Caja Madrid y de La Caixa. Sobre las razones por las que se frustró dicha fusión y por las que Fainé cambió de parecer, ha corrido mucha tinta, pero las hemerotecas siguen siendo, a toro pasado, una fuente inagotable de información de calidad.

La salida a bolsa de Bankia, que hoy se juzga, no fue un error. Fue, dicho de un modo coloquial, una gran cagada. Las propias mentiras de MAFO en su declaración del pasado lunes tienen las patas muy cortas. Afirma que había otras 2 opciones para Bankia, y que el Banco de España no intervino en la decisión, pero ¿qué sentido político tenía fusionar entidades públicas como las cajas de ahorro para constituir un banco y luego nacionalizarlo? ¿Qué sentido económico tenía fusionar pequeñas entidades deficitarias para luego regarlas a un grupo inversor que pusiera capital? Desde el sentido común, las alternativas eran un disparate aún mayor que una esperpéntica colocación en bolsa que sólo ya sólo buscaba ganar tiempo.

Hemos analizado en su día la intención real del Gobierno y el Banco de España con la Operación Bankia. Con la creación de las SIP (Sistema Instititucional de Protección), ese “ingenioso” mecanismo de “fusiones frías” para mutualizar los pufos en la gestión de las cajas, Zapatero y MAFO no solo buscaban proteger su retaguardia política, sino que obedecen las consignas de la Canciller Ángela Merkel y de su poderoso Ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, hostiles a que siga existiendo un Sistema de Cajas de Ahorro en Italia y en España. La crisis financiera provocada en 2007 y 2008 es un magnífico pretexto para impulsar las reformas de Basilea III y la creación de una Unión Bancaria supervisada desde Alemania. Para imponer la famosa regla Bail In, y liquidar las cajas, el primer paso es crear y acreditar el agujero financiero.

Me ha sorprendido la poca capacidad y el nulo interés que han tenido las defensas en el juicio por hacer las preguntas pertinentes, tanto al ex Gobernador del Banco de España como al ex Ministro de Economía, toda vez que ambos reconocen como cierta las presiones desde Bruselas, Berlín y Washington por “forzar” la intervención de España nada más constituirse el Gobierno de Mariano Rajoy. Utilizan las dudas sobre la solvencia del sistema financiero español, cuestionando la fiabilidad de su contabilidad, como ariete.

Nadie le ha preguntado en el juicio a Luis De Guindos porque cambió su estrategia a las pocas semanas de hacerse cargo de la cartera ministerial y aceptó el rescate que le pedía el FMI. No solo interviene Bankia “ante los avisos del Banco de España y del Fondo Monetario Internacional (FMI), porque había mucha alarma” y porque “España estaba al borde del abismo” sino que cambia el paso. Reconoce que es una entidad financiera sistémica, que precisa un rescate mucho mayor del que han calculado los expertos internacionales y solicita una ayuda de 100.000 millones de euros al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera. No es que España la necesitara realmente, pero De Guindos bajó por la noche a beber el agua encantada del pozo. Por la mañana, el grito de la Prensa internacional fue unánime: el sistema financiero de España había recobrado toda su solvencia.

Luis De Guindos les pasó la mano por el lomo y les entregó Bankia. Mejor dicho: les prometió la privatización de Bankia, tras sanearla y capitalizarla con los fondos del rescate. Fue una jugada maestra, de gran belleza. El premio no fue mayor porque tuvo que entregar una pieza importante al rival. La cabeza de Rodrigo Rato en una bandeja, y la intervención de España. La izquierda y el lobby catalán se lanzaron a capitalizar la quiebra del “Banco de Madrid” y la estafa del PP a miles de clientes y depositantes desvalidos. Y de propina, La Caixa se quedó con el Banco de Valencia, envuelto en papel de regalo.

Fue el alto precio que el PP tuvo que pagar por salvar una pelota de partido. Mi opinión al respecto no ha cambiado. El partido político que dirigía Rajoy en la Oposición no vio venir la celada que le habían preparado. La habilidad y astucia política del Ministro de Economía evitaron lo peor. Luis de Guindos salvaría otro punto de partido en 2016, evitando la liquidación del Banco Popular, pero al final el Rey en el tablero quedó tocado y expuesto. La Operación Bankia culminó el 1 de junio de 2018 con la Moción de Censura.

© Belge
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